Mis hijas e hijos...

El que escribe lo sabe, un libro es como un hijo, o si nos referimos a ellos como novelas o historias, una hija. Se los quiere a todos por igual, aunque siempre hay algún predilecto. En mi caso siento especial debilidad por estos:

• Náufragos: Por que es la primera novela que terminé.
• Las Memorias de Adam: Porque fue mi primera gran novela y la más compleja que he escrito.
• Un guiño del destino: porque quizás es la novela donde hay más de mi... y hasta aquí puedo leer...
• Vaquero de Ciudad: porque es la obra a la que pondría mi nombre y apellidos, sin ocultar mi identidad bajo un pseudónimo.
• La escritora - La más caliente: porque es la más caliente de mis obras, ¡sin duda! Y eso se nota en el éxito que ha tenido y sigue teniendo la historia... ;-)
• Desde el portal, viendo la vida pasar: Porque bien podría haber sido una historia real.
• La Terapia: porque al principio era una historia dura, pero supe reconducirla y acabarla con un final que creo que te sorprenderá...

Hay más hijos e hijas, y todos tienen su pequeña historia personal, pues son novelas que vivieron por un tiempo en mi cabeza, cuyos personajes anidaron en mis pensamientos, con cuyos sentimientos empaticé y me sentí parte de ellos y de sus vidas imaginarias, como si fuesen reales, pues cuando te metes en una novela, todo es real, tan real como la vida misma y ellos y tú vivís juntos en la misma cabeza...

A veces es para volverse loco, aquel que escribe lo sabe, sobre todo cuando quieres dar por terminada la historia y poner un final que culmine con las expectativas de tus personajes y las de los posibles lectores que hayan disfrutado con la narración. ¡Algo que no siempre es fácil!

Pero no te olvidas de tus otros hijos e hijas pues, aunque no tengan tanta aceptación, siempre hay lectores y lectoras que se adentran en ellos y los encuentran igualmente interesantes. Pues cada historia es para un determinado lector y en todas ellas nace la magia si la magia te encuentra a ti...