Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2012

Previo (V)

Nos apartamos un poco del camino y junto a unos arbustos me agaché y lo hice, él se puso de espaldas caballerosamente mirando a un lado y a otro. Cuando me percaté de que no tenía pañuelos de papel en el bolso, así que le pregunté si él llevaba y algo avergonzado me dijo que si y me entregó uno mientras yo permanecía en cuclillas en la oscuridad. Lo cierto es que estaba bastante mareada y tal vez fuera eso lo que me hacía estar algo exhibicionista. Recuerdo cómo me miraba de reojo cuando me levanté y me limpié con las piernas abiertas, yo creo que apenas vería nada de mi sexo desnudo en aquella oscuridad, pero el exhibirme delante suyo fue algo morboso. Llegué a encontrar un placer inusual y ciertamente obsceno al hacer todo aquello delante de mi propio hijo. Lo gracioso de todo, es que luego fue él, quien a continuación tuvo que imitarme haciendo piss allí mismo. Yo hice como que vigilaba pero lo cierto es que estuve espiándolo. Vi como extraía su miembro y cómo se concent

Previo (IV)

- ¡Eh qué “ella” las tenía muy gordas! -aclaró el apurado-. - ¿Entonces, las mías no te gustan? -me insinué tomando mis pechos con las manos y juntándolos realzándolas. - No es eso mamá, tú también eres muy guapa -afirmó finalmente tras mi encerrona. - Gracias cariño, eres un sol -le espeté por fin satisfecha. Las burbujas eran muy relajantes y me hacían un montón de cosquillas sobre todo al principio. Esos sitios son fantásticos, acostumbrarse a lo bueno cuesta muy poco, ¿verdad?. El caso es que picaronamente le insinué que podía aprovechar aquel momento para aliviarse, pues allí estábamos sólos ambos. - ¡Cómo, hacerlo aquí! -exclamó con extrañeza. - ¡Claro hijo, donde si no! -le dije yo sonriéndole-. Bajo el agua no te veré si es el pudor lo que te retiene. - Pero mamá, no es sólo eso, ¡es que tú estarías delante! -se escandalizó él. - Hombre eso si, pero siempre puedes cerrar los ojos y concentrarte pensar que estás sólo, ¿no? - Yo creo que no po

Previo (III)

Para mi sorpresa cuando salí, un buen rato después de secar mi largo pelo, lo descubrí durmiendo de nuevo en mi cama. De modo que, como la noche anterior, dormimos también juntos. Y lo cierto es que no me desagradó de nuevo su compañía. La semana pasó rápido, pues yo trabajo muchas horas al tener jornada partida y él estudiaba otras tantas, de modo que sólo nos veíamos para la cena, luego ducha y después nos acostábamos. Lo que comenzó siendo una ocurrencia mía para evitar la soledad de mi cama vacía, acabó convirtiéndose en un hábito. Tampoco es que le diésemos mayor importancia al tema en aquel tiempo, después de todo creo que ambos necesitábamos de nuestra mutua compañía. Los fines de semana aprovechábamos para coger el coche y hacernos algunas escapada. Comenzamos a ir a paradores nacionales, a visitar sitios y lugares donde antes no íbamos. - Pero antes me dijo que no ganaban mucho dinero, ¿cómo podían permitírselo? -le preguntó su interlocutor. - Es cier