Previo (IV)


- ¡Eh qué “ella” las tenía muy gordas! -aclaró el apurado-.
- ¿Entonces, las mías no te gustan? -me insinué tomando mis pechos con las manos y juntándolos realzándolas.
- No es eso mamá, tú también eres muy guapa -afirmó finalmente tras mi encerrona.
- Gracias cariño, eres un sol -le espeté por fin satisfecha.
Las burbujas eran muy relajantes y me hacían un montón de cosquillas sobre todo al principio. Esos sitios son fantásticos, acostumbrarse a lo bueno cuesta muy poco, ¿verdad?. El caso es que picaronamente le insinué que podía aprovechar aquel momento para aliviarse, pues allí estábamos sólos ambos.
- ¡Cómo, hacerlo aquí! -exclamó con extrañeza.
- ¡Claro hijo, donde si no! -le dije yo sonriéndole-. Bajo el agua no te veré si es el pudor lo que te retiene.
- Pero mamá, no es sólo eso, ¡es que tú estarías delante! -se escandalizó él.
- Hombre eso si, pero siempre puedes cerrar los ojos y concentrarte pensar que estás sólo, ¿no?
- Yo creo que no podría mamá, sinceramente -me dijo algo serio.
- ¡Vale, sólo era una idea hombre no te pongas tan serio! -le dije yo tratando de que se relajase.
Lo cierto es que secretamente yo sí que me aparté el bañador y sentí aquellas burbujas acariciarme en lo más intimo de mi ser. Desde el accidente no había tenido ningún tipo de reacción sexual, mi cuerpo sencillamente no lo necesitó, pero en aquel jacuzzy fue distinto. Las burbujas tuvieron este inesperado efecto en mí, me puse algo cachonda así que deslicé mis dedos por mi sexo para darme placer.
Isaac fue ajeno a todo aquello, pues era imposible que me viese, y yo me hice la dormida para disimular. Incluso pensé que mientras tenía los ojos cerrados él se masturbaba en mi presencia sin que yo lo supiera y esto me excitó mucho más. No se si realmente llegó o no ha hacerlo pero fue algo maravilloso. Apreté los diente y trate de mantenerme inmóvil mientras mi cuerpo se removía como una leona aprisionada, retorciéndose, disfrutando de un placer fantástico y liberador.
Luego nos salimos del agua, nos duchamos y estuvimos cenando en el jardín, pues la temperatura invitaba a ello. Bebimos vino y yo creo que nos mareamos. Finalmente estuvimos paseando junto al hotel, pues tenía muchos metros cuadrados de jardines iluminados con lamparitas plantadas en el suelo, lo que le daba un aspecto muy acogedor.
- Isaac, al final hoy, ¿te relajaste en el jacuzzy? Yo me dormí y ni me enteré de lo que hacías -le insinué yo a ver si confesaba.
- ¡Oh no mamá, no podría hacer algo así delante tuyo! -se escandalizó mi joven retoño.
- ¡Vale, es que si lo hiciste ni me enteré! -exclamé yo-. ¿Sabes que? Me estoy haciendo un montó de pipí -le confesé mientras miraba a mi alrededor buscando un lugar donde aliviarme.
- ¡Pero lo vas ha hacer aquí mamá, puede venir otra gente del hotel! -afirmó escandalizado.
- Bueno tú vigilarás para que no me vean, ¿no? -le sonreí.

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