Previo (I)
He decidido sorprender a aquellos que visiten mi blog y publicar aquí parte del primer episodio de mi nueva novela, pues nada aquí tenéis un pequeño anticipo de la misma... el título me lo guardo aún...
1
Todo
comenzó al morir mi marido. De repente una llamada de la Guardia
Civil me puso en alerta, me dijeron que había sufrido un accidente y
que lo llevaban al hospital, por lo que, muy alarmada cogí un taxi
desde el trabajo y me fui directa hacia allí.
Al llegar y preguntar
por mi marido, fue cuando me dieron la fatídica noticia: había
llegado con un hijo de vida y había muerto mientras lo trasladaban
al quirófano. Ya se puede imaginar el shock que sufrimos tanto yo
como mi hijo. Nunca se está preparado para una noticia así, eso te
cambia la vida.
Éramos una pareja
normal, con un hijo que recientemente había entrado en la
universidad, para estudiar arquitectura. Algo que ni mi marido ni yo
pudimos hacer en nuestro tiempo, al quedarme yo embarazada de él muy
joven siendo novios.
Ambos trabajábamos, yo
como contable en una pequeña empresa y él de repartidor de una
empresa de mensajería. Ya sabe, siempre con la hora justa, siempre
con la presión de las entregas, siempre al límite con su furgoneta,
tanto que ese fue su final, una accidente laboral se lo llevó por
delante.
A partir de ahí como
le he dicho, todo cambió. En el funeral vinieron parientes de todos
sitios, durante unos días la casa fue un frenesí de visitas, mi
madre vino con nosotros y se quedó unos días mientras pasaba todo.
Al final regresó a su casa, pues tras jubilarse se había marchado a
sudamérica, ya que conoció a un turista argentino y se casó con él
tras muchos años de viuda.
De modo que, tras su
marcha, nos quedamos solos, mi hijo y yo. Ese día, cuando regresamos
del aeropuerto, tras dejar a la abuela en el avión que la llevaría
de vuelta a Argentina, la casa nos pareció desierta, como si un aire
desolador y agobiante la envolviese. Cenamos a duras penas, porque yo
insistí en que lo hiciéramos, aunque pasamos más rato preparando
la frugal cena, poniendo y quitando la mesa que comiendo en si.
Luego nos fuimos a
acostar, cada uno a su cuarto, nuestro piso tiene únicamente dos
dormitorios, al casarnos no pudimos permitirnos uno más grande y con
el tiempo, como sólo nació mi hijo Isaac, nos acomodamos y ya no
nos planteamos el mudarnos a otro más espacioso.
Tras los días que
siguieron al entierro, mi madre había estado durmiendo conmigo en mi
cama de matrimonio, por lo que hasta aquella noche no fui consciente
de lo grande que era para una persona sola. Pensé que tendría que
acostumbrarme, hasta pensé en tirarla y comprar una individual, pues
de todos modos dormiría sola el resto del tiempo.
El caso es que apenas
pude dormir, así que terminé levantándome y atracando la nevera de
casa, sacando helado y comiéndolo con ansiedad, había pasado de la
inapetencia de la cena a una bulimia compulsiva.
Allí
estaba yo, en camisón cuando mi hijo me dio un susto apareciendo por
la puerta en calzoncillos. Él tampoco podía dormir así que
terminamos los dos comiendo palomitas recién hechas en el microondas
viendo la teletienda de madrugada...
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