¿Por un puñado de monedas?



 Nos dicen las escrituras que Judas vendió a Jesús por un puñado de monedas... Más digo yo que en caso de que tal cosa hubiese ocurrido, no sería únicamente por ese puñado de monedas.

Así me siento yo, vendiendo mi alma en cada obra, ¿cómo pueden pensar algunos que lo hago "por un puñado de monedas"? No soy Judas, ¡por supuesto! ¡Dios me libre!

Pero lo cierto es que cuando publico una obra como La Viuda, mi última novela, o Un guiño del destino, una de las primeras y más personales, o La madre de mi mejor amigo, una de las que más éxito han tenido. Lo que obtengo es un puñado de monedas, no muchas sino más bien pocas.

Pero entonces, ¿por qué sigo? Eso me gustaría saber a mi, tal vez por no dejar morir el sueño, porque en el fondo antes de llegar a publicar ya he disfrutado de la historia en primera persona, y eso me ha producido ya suficientes endorfinas y algunos orgásmos como para sentirme satisfecho del producto final.

Después lo publico y sé que llego a un público, como dicen ahora, un nicho. Gente que me conoce ya, o que recién me conoce, ¡y a algunos hasta les gusta el producto! A otros no, pero me consta que son una clara minoría dentro de mi pequeño nicho.

Mientras tanto escribo y sigo escribiendo. Como Judas probablemente se sintió, no me siento particularmente orgulloso de mis obras, de echo escribo con pseudonimo por algo. Los temas del filial, quizás son los que me preocupan más. Pero ya tengo 21 novelas compartidas, casi mejor que publicadas y de todo hay en ellas.

Y en el día de hoy lo he vuelto a hacer, he vuelto a escribir un caliente relato, el capítulo número siete de mi nuevo proyecto, número mágico el siete, ¡ojalá me traiga suerte!

Y esto no es más que una gota en la llúvia, que se perderá en el mar de Internet, inmenso e infinito, como mis obras en el mundo editorial actual, gotas de llúvia que a veces tocan el corazón de la gente que llega a ellas y lee con la esperanza de olvidar sus males por unos minutos o unas horas y en parte, eso también  reconforta...


Zorro Blanco

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